martes, 4 de octubre de 2011

Las ninfas del Sol

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Bajo la cálida expresión de la luna espero con ansias el nuevo amanecer que se aproxima en el horizonte. Endulzo mis palabras con la luz que se refleja en la laguna que brilla a lo lejos como pequeño firmamento. Al desfile de los segundos su brillo se desvanece como el reloj que marca su infinito tiempo. He pasado las horas en esa verde montaña, rodeada de  fragancia de mil  flores combinados con el olor de los robles en la naturaleza.

Enredado en el encanto de aquel paisaje, pienso en cada una de las veces en que he emprendido un viaje y lo he hecho de la mano de mi propia osadía y  soledad.
La creación  que rodea el semblante de mi mirar hace que mis labios formen una media sonrisa, mis ojos entre cerrados disfrutan cada momento como viajero que va por su camino sin prisa.

Entre los sabores de esa gran naturaleza similar al jardín -donde las doncellas se  dejan ver en su adolescencia crepuscular- mis parpados no dejan de  descubrir cada detalle. Entre los arbustos mi mirar se detiene, así como las abejas no se pierden el lucir del panal, y me pregunto, qué ser maravilloso hizo todo lo que hay a mi derredor. Pienso en la paz  y el amor, como si este fuera un día igual que en el cielo. lleno esta de colorido esplendor…

Dejo acongojados mis sentimientos de soledad viendo venir la compañía del gorrión, que de rama en rama saca la miel de cada flor, a las ninfas del sol y las cataratas de neblina de la montaña que refresca, el sentir  de fuego de este corazón.
Pronto las horas pasan enredadas en el vaivén de los arboles movidos por los vientos caloríficos del medio día dándole reverencia al sol que viaja al occidente derritiendo el firmamento en su taller de herrería con fuego que arde en los años luz.
 El color de un horizonte agonizante que pronto se viste con traje de noche como una dama que entrega su cuerpo en coqueteo a cambio de palabra de amor.  

Enumero las veces en que he pensado en el amor consigo recordar que han sido los tiempos más bellos de mi vida; y ahora frente a la vereda del pensamiento romántico uno mi pensar al horizonte haciendo nacer un poema de amor que hace sonreír mi corazón.

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