Una sonrisa es un
capullo en la ceguera
Una palabra es un
canto
de ángeles
en el corazón del
desierto o la selva.
Un tiempo de
espera acompaño mi estar por la
hospitalidad de hermosas doncellas que
reflejaban la belleza que llevaban por dentro no la apariencia de fuera. Las tortillas de maíz despidieron
el aroma de la cocina y tiempo
después, un plato con arroz y frijoles en cocido reciente fue la cena que
acompaño en plato de losa a aquel hermoso lugar.
Mesas de tablas
rustica vestidas con manteles en encaje de seda de diferentes y bordados con flores de color rojo, naranja y violeta, sus hojas verdes. Eran los bordados de
aquellos manteles, ornamentados por manos ligeras, tradiciones que hacían
huella con sus creaciones.
La tarde venció
el fuerte sol y el café de las cuatro dio aviso en los ojos soñolientos de aquel
moribundo horizonte de la tarde no fue echado de menos los totopostes de maíz con
sal y las semitas de harina de arroz. En
la mesa estaba en pailas de losa
grueso, con flores chinas en sus contornos, sus orillas como hilo de oro que
corría por el contorno de taza y paila haciendo juego entre los colores, dando
el aspecto de fineza y humilde elegancia; ese detalle me convertían en una
buena visita.
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