sábado, 15 de octubre de 2011

La ninfa del sol miró entre las hojas Secas


Solo se escucha el cantar de los grillos en una oscura y ya avanzada noche, la felicidad ya duerme con murciélagos en compañía. En aquel  entorno de derroche trato de despertar la felicidad -para no abatirme en la fastidiosa  helada de la madrugada que se ha hecho dueña de mis poros- pero ella se ha congelado a causa del frío, no encuentro lugar donde asirme, arropado bajo aquellos arbustos, se siente el silencio acompañado de mi soledad. La mañana tarda en llegar, las horas se hacen años esperando la luz de nuevo amanecer.

Calor! Claman mis huesos, el agotamiento del día ha quebrado mis fuerzas, el frío de esta madrugada a cambiado mi semblante, aunque la alegría se lleva dentro
esta se ha quedado dormida en lo tibio de mi alma.

Como punzadas de hielo hace el aire abundando el tormento, el cansancio y el derroche helado compiten, jugando con mi cuerpo, mientras trato de cobijarme en las hojas secas entre los matorrales. Mientras deseo el calor de la ciudad que buco en esta travesía, me quedo dormido entre ramas secas en el suelo.

Todos tenemos una travesía en este mundo, y el calor,  frio, cansancio, hambre, tristezas, son indispensable para nuestra subsistencia, es necesario resistir para saber que lo que tenemos nos ha costado y por ende podremos valorarlo.
Si existe un camino es porque alguien le transito antes y la parra de granadillas no tenía fruto, alguien debió recogerlo antes. Todos tenemos una historia y todos seguimos un patrón, hay pocas cosas que vivimos en común en esta existencia, pero de entre esas pocas sobresale lo más importante, eso que buscamos por instinto …felicidad… pero no hay felicidad sin sufrimiento, ambas existen una por la otra.

El viajero de la parra llena su canasta y yo he encontré desolación en lugar de fruto, el lugar de encuentro de placer de otros se convirtió en pesadilla…

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