jueves, 6 de octubre de 2011

Las ardillas saltan en las Azoteas.



Los pastizales de los vaqueros rodeados con cercas que reguardan su ganado y a la vez protegen a los viajeros de los toros - que de estar en el monte- son  furiosos y como dice el campesino peligrosos  son embramados, dejan su domesticidad y se vuelven salvajes como la selva que los rodea, sorprenden en los caminos se debe correr o enfrentarlos, molestarlos con intención sería muy malo.



Cada monte conecta a otro sin grisma de señal de ciudad o pueblo, caminando por los senderos de lugares faldosos, tratando de no perder el camino, mi avanzar endoso y así no tardarme para llegar a la ciudad del destino donde dicen estar la verdadera felicidad y se encuentra el final del camino; donde las ardillas saltan en las azoteas los conejos que antes eran del monte ahora son de casa hasta el costumbre de comer su carne se ha esfumado por causa del el amor que hay en el poblado.



Que une a un monte de otro, podemos saber al cruzarlo que distancia hay entre ambos? Bajando voy la montaña y siento sed hay un lugar de descanso para mí?



Los mástiles frescos de los macollos de huerto se han gastado sus raíces por el torrente que corre a sus pies lleno su derredor con injertos que por vírgenes se ha vuelto sólido en su vejez, dejando crecer con abundancia sus hijos, sobre la tierra húmeda; si contásemos saldrían diez.



Como deja la tormenta de mayo después de un largo verano es la calidez de aquel lugar y en sus entrañas me siento el soberano. La brisa suave que mueve las hojas de forma lenta como vaivén, hace que descubra el arroyo hasta su arena, a la distancia mi paladar reseco saborea el agua en todo su bien. El correr del agua que en vez de ruido hace un silencio apacible y entre las hierbas que han crecido a su orilla renacuajos han hecho de su nido. Hierbas que llevan un nombre aromático, albaca, hierba buena  y jengibre el lugar que se responde mi pregunta de forma libre.



Quisiera que fuese la noche para descansar junto a los huertos, disfrutar de la paz que produce el torrente que envuelve el silencio. Lleno de carisias suaves del viento y murmullos de aves a lo lejos, no dejando de lado los frutos para este peregrino hambriento que a mi paladar son ¨como sabios consejos a mi intelecto¨ Aun con todo eso no es el lugar de mi destino dicen que no hay nada comparado, ni todo lo que hay en el camino.

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